CANdia
NO SON UNOS SIMPLES GUANTES
Updated: Feb 7, 2022

CANdia
Ser, estar y hacer
Febrero 06, 2022
—¿Si sabes que hay varios tipos de guantes?, ¿no? Preguntó el legendario entrenador.
—¡Claro! ¡Por supuesto! Respondí, recorriendo al mismo tiempo los gimnasios, tiendas (físicas y virtuales) para recordar los pesos, marcas y usos.
Recuerdo aquella charla en el gimnasio Atlas con los entrenadores con quienes hablé aquella tarde de verano en mi visita a los legendarios gimnasios de la colonia Guerrero y la Santa María la Ribera. Aquel gimnasio que fuera escenario de la serie Cloroformo, dirigida por el excompañero de canal de televisión Gustavo Loza; así como de comerciales en los que Mariana “La Barbie” Juárez participara. También escenario de algunas películas del cine mexicano.
Cuando comencé a explorar el mundo del boxeo me entró la enorme curiosidad de vivir lo que estaba leyendo. Conectar con aquellos textos, párrafos y letras que me llevaban a las más sublimes escenas de adrenalina, pasión, disciplina, compromiso y más aún, resiliencia. En algunas obras de escritores como Cortázar, Hemingway, Palou García, Hilario Peña, Servando Ortoll, entre otros, se describía aquella primera vez en que el puño cubierto con el guante hacía contacto con el saco y esa electrizante conexión instantánea sucedía dejando prensado al iniciado boxeador o boxeadora con la dulce ciencia del aporreo por el impacto entre el guante y el saco.
Era imposible no desear vivir aquella experiencia, pero, sobre todo, aprender los nombres de los golpes que se ejecutaban con aquellos guantes. Mi primera vez, sin duda, fue más que electrizante. Dicen que la ignorancia es atrevida, ¡y vaya que lo comprobé! Fui a la tienda de deportes que estaba disponible en la localidad donde vivo, había una suficiente variedad, aunque no muy basta, pero, como tenía poca idea de su importancia, tomé un combo de guantes -rojos, ¡por supuesto! -, cuerda para saltar y su bolsita. Ya me habían anticipado que necesitaba vendas; así que, las incluí. Me sentía la prima hermana de las hijas de Muhammad Ali, bueno, pariente de Raúl “Ratón” Macias por aquello de la vecindad que sí hubo en sus años de gloria con mi familia, allá por los rumbos del Centro y Tepito, en la ciudad de México.

Llegué al gimnasio con sumo entusiasmo. Me vendé las manos y me puse mis guantes rojos. Al ver los de mis compañeros me di cuenta de que, por el precio y el combo, en realidad eran más bien para infantes y de juguete, pero, no me achiqué, de todos modos, iba a intentarlo. Total, qué podía pasar, estaba yo concentrada en vivir esa conexión con el saco, aquellas escenas descritas y narradas en donde el click llegaba en el primer golpe. Y llegó, pero con un escalofriante y electrizante calambre que me recorrió desde los puños hasta la cabeza, haciéndome comprender que todo tiene un sentido, un fin y una funcionalidad. A pesar de haber hecho un medianamente buen vendaje (para ser la primera vez), los guantes eran realmente insuficientes. Por fortuna, no pasó del calambrazo, el dolor -fuerte, pero momentáneo- y la quemadota de haber hecho tremendo oso (o sea, vergüenza).
El entrenador en turno me dijo que en realidad aquellos guantes no eran apropiados para entrenar, que tal vez, estaban bien para jugar entre menores de edad (como de 5 y 9 años) u adolescentes de menos de 13 años. Se me puso la cara igual que el color de los guantes, entre la ignominia de haber invertido en unos guantes de juguete, el dolor que sentía de aquella indudable conexión recientemente hecha con el saco y la lección de equiparar el valor de saber más. Salí de ahí ese día con un agridulce sabor por el entrenamiento, pero, al mismo tiempo con esa sensación de haber logrado en diferente forma esa satisfacción de encontrar la magia, la verdadera pasión que surge al conectar con uno mismo entre los guantes, la pera y el saco.
Pienso en los deportes que requieren guantes e inmediatamente viene a mi mente la icónica imagen de los del boxeo, pero hay muchos otros deportes como el golf, el béisbol, el automovilismo, el hockey -sobre hielo o al aire libre, sobre el césped-, el tiro con arco, el ciclismo, el portero del fútbol soccer, los del fútbol americano, los que vemos en la gimnasia (aunque no son considerados propiamente guantes), el esquí, el mma; hasta para el senderismo. Pero, los guantes también se usan en los oficios que buscan como fin principal salvaguardar a la persona que elabora la actividad de algún accidente. Es una prenda de cuero, vinilo, gabardina, metal, algodón u algún otro material que protege las manos para evitar lesiones. Depende de la actividad, estos pueden estar acolchados (como los del box) para contrarrestar impactos a los nudillos. Al hablar del boxeo -lo vemos en los modernos teclados, al escribir la palabra-, aparece ese guante ancho, acolchonado, comúnmente rojo, con agujetas en las muñecas que hacen inevitable pensar en esa identificación del deporte en sí.
Se me viene a la cabeza la frase de “colgar los guantes” cuando alguien abandona algo, o que se retira de una profesión o proyecto. De hecho, cuando un boxeador deja su actividad en los encordados se dice que ha colgado los guantes, pues, es con sus puños, con sus guantes con los que se ha labrado un nombre y un lugar en el arte de fistiana. Uno nunca quiere usar esta frase, pues, esto tiene que ver con rendirse, darse por vencido, dejar de lado el pundonor de seguir con lo que se ha comenzado y como diría el revolucionario Emiliano Zapata: “Mejor morir de pie que vivir de rodillas.”
Uno podría pensar que calzarse los guantes es suficiente para poder boxear; sin embargo, esto no es tan sencillo. Partamos que, para comenzar a entrenar, lo primero que debes aprender es a vendarte las manos, a sentir la forma del vendaje para saber que se han colocado adecuadamente las tiras que protegerán todas las articulaciones con el acolchado que se pone sobre los nudillos, sujetando firmemente la muñeca con la venda para que todo el brazo esté alineado en el momento de golpear y no haya una lesión, como un esguince o una fractura al dar el impacto.
Depende de la etapa de entrenamiento, el peso de los guantes va a variar, tomando en cuenta que hay diferentes etapas rumbo a una pelea. Sin embargo, un boxeador o boxeadora profesional, se debe mantener en condición, trabajo y preparación todo el tiempo. En cada programación, el peso de los guantes determinará el tipo de trabajo que se está desarrollando. Es común que el/la púgil use guantes de mayor peso durante los entrenamientos con las manoplas o los sparrings para desarrollar mayor velocidad. Con menor peso para definir, trazar o diseñar alguna táctica o combinación que el estratega de la esquina haya sugerido para aplicar como parte de la ofensiva de ataque durante la pelea.
Hoy por hoy, los fabricantes de estas herramientas icónicas del boxeo van desarrollando más y mejores modelos, refuerzos, diseños que evolucionan con las exigencias que el deporte va imponiendo cada vez más; así como las comisiones de boxeo. En cada división, de acuerdo con el peso establecido, se exige el peso de los guantes, especialmente a nivel profesional, amateur, olímpico y/o entrenamiento recreativo.
Tomando en cuenta que los niños incursionan en este deporte a temprana edad, es importante ubicar el tipo de guante de acuerdo con el peso. En la división de los 15 a 42kgs. con una estatura máxima de 1.20mts., se deben usar guantes de 4oz. Para el rango de los 40 a los 45kgs., con estatura entre 1.10 y 1.30mts., los guantes corresponden a 6oz. Entre los 43 y los 50kgs., con estatura entre 1.25 y 1.60mts., corresponden 8oz. Con guantes de 10oz., estarán aquellas personas entre los 48 y 65kgs., con una altura entre los 1.55 y 1.70mts. Para quienes están entre los 63 a 78kgs., altura de 1.65 a 1.84mts., les corresponden los guantes de 12oz. Entre los 75 y 91kgs., con estatura de 1.78 a 1.86mts., se usan las 14oz. Para quienes se encuentran entre los 89 y 98kgs., estatura de entre 1.80mts. o superior, corresponden las 16oz. Por último, los guantes entre las 18 a 20 oz., se usan para quienes tienen un peso de 95kgs. o más y una estatura de 1.82mts. o superior. También se debe tomar en cuenta la circunferencia de la mano para elegir mejor el guante con el que se trabajará cada etapa del entrenamiento hasta el día de la pelea.
Además de las vendas, también cambié mis guantes, estos nuevos con más protección, tienen el tamaño y peso correcto. Poco a poco fui logrando montar un humilde centro de entrenamiento en la cochera de casa, en donde practico este deporte y también otras actividades deportivas que me gustan. Hoy sigo sintiendo esa adrenalina, ese electrizante recorrido del puño, que ahora llega al corazón con mejor táctica y estrategia para seguir disfrutando de la parte física de este deporte tan polémico, pero al mismo tiempo noble, aleccionador y de auto prueba. Hoy, al calzarme los guantes sé que no son unos simples guantes, en ellos van épocas, anécdotas, historias, pero, sobre todo, aprendizaje de aquella electrizante primera vez en la que yo también quedé prensada entre los guantes y el saco.
Hoy esos guantes acolchados rojos no son unos simples guantes, son una pasión de K.O.
